sábado, 10 de octubre de 2009

Símil vs. Metáfora

Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles, colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas, que no corresponden en absoluto a las esencialidades originarias. Esta cita de Nietzsche puede ser completada por otra de Roberto Bolaño: Las metáforas son nuestra manera de perdernos en las apariencias o de quedarnos inmóviles en el mar de las apariencias.

En una entrevista me preguntaron una vez si era intencionado que para resolver imágenes poéticas yo elegía casi siempre la metáfora antes que el símil. Aun no estando muy de acuerdo con tal consideración contesté de todas formas con una alegoría: entre ir al grano o estar ya en el grano (o mejor: ser el grano) suelo preferir lo segundo, pero no siempre. Depende del efecto que intente recrear en el poema se establecerán relaciones de parentesco más o menos directas entre realidad y referencia.

También comenté que la metáfora me parecía una herramienta más precisa que el símil, pero ya no estoy tan seguro. Y añadí que el símil es como dar vueltas a un sitio privado donde quieres entrar sin saberte la contraseña, mientras que en la metáfora ya has entrado y estás en el centro de la fiesta.

4 comentarios:

  1. En el fondo qué son las palabras sino metáforas muy viajadas. No hay más que echar mano de un diccionario etimológico. Uno de mis preferidos es el Ernout-Meillet de latín, todo un monumento, y un tremendo placer su lectura al azar.
    Ingeniosa tu alegoría. Me ha gustado mucho esta entrada.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  2. Este post alude a una cuestión para mí importantísima. Soy un enamorado del "como", tanto al leer como al escribir. Tal vez el respeto a las realidades me lleve a preferir la posibilidad de verlas enfrente una de otra, sin confusión. También utilizo la expresión "metáfora impura" para designar ese proceder.
    La reiteración del símil produce un efecto arcaico, homérico, que aporta la atmósfera de lo primitivo y remoto. A veces voluntariamente tosca.
    También es posible aquí un temor inconsciente a la extinción del "Yo". En el símil, el poeta no desaparece tras el objeto.

    ResponderEliminar
  3. Sé por tu blog, Juan Manuel, que eres un apasionado de los "viajes etimológicos". Un abrazo.

    Interesantes tu apreciación y tu punto de vista, Ángel. Me ha gustado tu concepción del símil como posibilidad de ver realidades una enfrente de otra, en paralelo, sin confusión. Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. Como lector prefiero la metáfora. Es directa, evocadora. El símil tiene un aire de artificialidad mayor. Me gusta que el poema parezca creado sin esfuerzo (lo que sé que es imposible) como si fueran palabras encontradas en cualquier sitio...de repente. La metáfora contribuye a ello.

    ResponderEliminar