lunes, 29 de agosto de 2016

El erizo (Bernardo Atxaga)


EL ERIZO
(UN POEMA DE BERNARDO ATXAGA)

El erizo despierta al fin en su nido de hojas secas,
y acuden a su memoria todas las palabras de su lengua,
que, contando los verbos, son poco más o menos veintisiete.

Luego piensa: El invierno ha terminado,
Soy un erizo, Dos águilas vuelan sobre mí;
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En qué parte de la montaña os escondéis?
Ahí está el río, Es mi territorio, Tengo hambre.

Y vuelve a pensar: Es mi territorio, Tengo hambre,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En qué parte de la montaña os escondéis?

Sin embargo, permanece quieto, como una hoja seca más,
porque aún es mediodía, y una antigua ley
le prohibe las águilas, el sol y los cielos azules.

Pero anochece, desaparecen las águilas, y el erizo,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
Desecha el río y sube por la falda de la montaña,
tan seguro de sus púas como pudo estarlo
un guerrero de su escudo, en Esparta o en Corinto;

Y de pronto atraviesa el límite, la línea
que separa la tierra y la hierba de la nueva carretera,
de un solo paso entra en su tiempo y el mío;
Y como su diccionario universal
no ha sido corregido ni aumentado
en estos últimos siete mil años,
no reconoce las luces de nuestro automóvil,
y ni siquiera se da cuenta de que va a morir.

lunes, 22 de agosto de 2016

Un diálogo con Antón Castro


Jesús Jiménez Domínguez (Zaragoza, 1970) es una de las voces más personales de la lírica española de los últimos años. Con la llegada de la primavera publicaba en La Bella Varsovia su libro Contras las cosas redondas, que pronto llegó a su segunda edición. Aquí el autor explica algunas de las claves del libro, su poética y recomienda algunos libros para leer en verano. O en cualquier momento del año. El sábado 13 de agosto se publicaba en Heraldo de Aragón un amplio fragmento; hoy aparece al completo.

¿Cuál es el ánimo esencial de Contra las cosas redondas?
Una exaltación -siquiera indirecta, siquiera digresiva- de la vida mediante la observación de personas y cosas que la acompañan y un día la dejan. Sigo preguntándome por los asuntos de siempre: quién soy yo y cómo es este mundo. En qué consiste esto de vivir cuando la vida nos viene dada sin garantía ni manual de instrucciones. Hay muchas preguntas en este libro y pocas certezas. 

Dice en el primer poema: “Los días, llegando de uno en uno, / rebosan las orillas del corazón y lo desbordan”. ¿Eso qué es: aceptación gozosa del presente u otra cosa?
 Beneplácito, aceptación dichosa del presente; pero también asombro y fascinación ante ese caudal salvaje y desordenado que es la suma de instantes: la vida.

En el poema que da título al libro, dice que prefiere las cosas informes, las imperfectas, con taras. ¿A qué tipo de imperfección se refiere?
 Hay una cierta rebeldía ante la tiranía de lo bello, perfecto y armónico a favor de lo imperfecto, raro y aparentemente vulgar. Un “camino de imperfección”, como sugiere el poeta, ensayista y crítico Antonio Rivero Taravillo. Una versión light de aquellos versos de Rimbaud: “Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié”. Y también una invitación a dudar de los dogmas de fe, de las verdades supuestamente inalterables.

¿Cómo se fue armando y organizando el libro, cómo surgieron los poemas?
 Suelo decir que no escribo libros de poesía, sino poemas sueltos a lo largo de varios, bastantes años. Solo cuando dispongo de un buen puñado de ellos (alrededor de treinta y cinco o cuarenta poemas) intento armar un libro, ordenándolos de una manera estratégica, buscando afinidades entre ellos. En realidad, pienso que los poemas nacen con vocación de singles, pero el mercado editorial de la poesía (si es que tal existe) requiere elepés y hasta dobles elepés, así que les envío un montón de poemas dentro ese engañoso formato.

¿Hay que leer sus partes en una clave especial, como una sinfonía con sus partes o es un orden un poco azaroso?
El orden de los poemas es bastante fortuito. Cada poema tiene su propio status independiente: puede leerse por separado y en un orden no prefijado. En principio, por eso mismo de ir contra un libro “redondo”, no concebí una estructura cerrada para el libro, pero luego se me ocurrió el juego tonto de las preposiciones: “Ante” (que se abre con el poema “Credenciales” y que es la parte más metapoética del poemario), “Bajo”, “Cabe”, “Con” y “Contra” (que arranca con el poema que da título al libro). 

Uno de los poemas más emocionantes del libro es ‘La luz’. ¿Podríamos decir que es un pequeño manifiesto o la clave del conjunto? ¿Una apuesta por la felicidad?
 No soy muy amigo de manifiestos y panfletos ni siento la necesidad de pontificar o teorizar. Para mí, la poesía tiene más de pregunta e indagación que de respuesta y aseveración. Por supuesto, cada poema es una manifestación. Y me gusta pensar que la poesía es el periódico de lo invisible y lo fugaz, de esas pequeñas cosas cotidianas en las que apenas reparamos porque hemos hecho de nuestra vida un río vertiginoso. Los poemas que me interesan son aquellos que dan noticia íntima de cada uno de nosotros, aunque sea a mi manera, de forma alegórica.

¿Por qué es la poesía la alumna aventajada de la luz?
 Allí donde la objetividad de la ciencia no llega, lo hace la subjetividad de la poesía. Esta pone bajo su foco aspectos del mundo y de nosotros mismos que no conocíamos o que habíamos olvidado. La poesía nos muestra la cara oculta de las cosas, las ilumina. Es un gran caer en la cuenta, como decía Valente.

Este también es el libro de las pequeñas cosas, de los actos inadvertidos, ¿qué te da la observación de lo cotidiano, en qué radica su poesía?
Con las cosas más cotidianas y a primera vista insignificantes puedes armar un gran poema que hable del mundo. No necesitas palabras ostentosas, ni palacios marmóreos, ni grandes verdades universales. Dame al azar dos o tres objetos muy humildes y, con tiempo, te descubriré unas rencillas o unos amores recónditos entre ellos. Y lo que es mejor: hallarás en sus asuntos privados tus mismos asuntos. Así funcionan gran parte de mis poemas. 

¿Qué supone para ti alcanzar una segunda edición de poesía?
Supone la existencia de una confianza firme por parte de la editora, Elena Medel, al apostar por una vida prolongada del libro cuando la misma dinámica del mercado editorial parece señalar lo contrario. Dupone la sospecha, aunque suene muy inmodesto por mi parte, de que en muchos rincones del país hay un puñado nada desdeñable de lectores, muy fieles y exigentes, que esperan durante años la publicación de un libro mío y que compran a ciegas, como si Jiménez Domínguez fuera una marca de confianza.

Llevas casi dos décadas en la poesía. ¿Cuál ha sido tu evolución, cómo ves tu camino?
Aunque empecé a escribir poemas a los 9 años, solo publiqué mi primer libro (a los 30 años) cuando pensé que era una edad apropiada. Ahora que nadie nos oye, me confesaré: ojalá hubiera esperado algunos años más para hacerlo. He estado aprendiendo todo el tiempo y sigo haciéndolo, por eso siempre tengo la impresión de estar empezando. Comencé muy imbuido por las vanguardias y todos los ismos de principios del siglo XX. Con el tiempo he sabido, creo, subrayar lo esencial del hecho poético sin preocuparme de retóricas retorcidas ni de parecer moderno. ¿Quién querría ser moderno pudiendo elegir ser eterno? Esa sería una noble, aunque utópica, aspiración.

¿Cómo se construye un lenguaje poético personal?
No tengo ni idea. Todos andamos tras la piedra filosofal del “estilo propio”, pero no existe una fórmula mágica. Supongo que no queda otra solución que leer mucho y diverso, intentar ser permeable y no temer a las influencias. Todo ese maremágnum de influencias adquiridas a lo largo del tiempo y un prolongado, incansable trabajo de indagación personal, ayuda a la construcción de un estilo, de un lenguaje poético personal. Ah, y correr algunos riesgos, buscar tu propio camino sin pensar si va en una dirección contraria al de los demás. 

¿Ha vuelto la poesía a nuestras vidas y a nuestras noches de una manera natural o es un espejismo?
 ¿Se fue alguna vez? Esencialmente no. Si la pregunta va en la dirección de cuál es el momento actual de la poesía en España, tengo que señalar que esta sigue demostrando su mala salud de hierro frente a cualquier crisis. Hay una actividad frenética todas las semanas: publicaciones de libros, presentaciones, recitales, blogs, festivales… Empieza a haber tantos festivales de poesía como de música.

¿Podrías decirnos por qué debemos leer poesía?
Hace unos años la Universidad inglesa de Liverpool llegó a la conclusión de que la poesía estimula la mente y resulta más beneficiosa terapéuticamente que los libros de autoayuda. No hacían falta tantos estudios para llegar a esa conclusión. Yo podría dar otras muchas razones, todas ellas muy personales, pero me quedo con esta, muy poderosa y primordial: no olvidar quiénes somos. 

Recomiéndanos tres o cuatro libros de poesía para leer en verano.
Estuve el verano pasado en un festival de poesía en Rumanía y me traje de allí dos nombres ineludibles: Ion Mureşan e Ioan Es.Pop. En verano, tiempo de amores desordenados, suelo serle infiel a la poesía para arrimarme más a la novela. Para los que deseen recorrer el camino inverso recomiendo en esta época del año la poesía llena de viajes (geográficos e interiores) de Adam Zagajewski (Mano invisible) o de Martín López-Vega (Adulto Extranjero). Y, sobretodo, la poesía de Wislawa Szymborska, que es amena, luminosa y siempre fresca. He veraneado más veces en los poemas de Wisława que en el Mediterráneo.

lunes, 15 de agosto de 2016

Entrevista en Heraldo de Aragón (13-08-2016)

Para ver la entrevista a mayor tamaño, hacer clic sobre la imagen.










lunes, 8 de agosto de 2016

La muerte tiene un diente de oro (Óscar Hahn)


LA MUERTE TIENE UN DIENTE DE ORO
(UN POEMA DE ÓSCAR HAHN)

La muerte no tiene dientes: se ríe con la encía pelada.
Y cuando muere un rico, la muerte tiene un diente de oro.
Y cuando muere un pobre, no tiene ningún diente
o le crece un diente picado. ¿Cachái ganso?


La muerte tiene la boca
llena de muelas tristes, de colmillos cariados,
llena de jugo gástrico en lugar de saliva.


Yo tuteo a la muerte.
“Hola, Flaca, le digo. ¿Cómo estái?”
Porque todavía soy un diente de leche.

lunes, 1 de agosto de 2016

"Contra las cosas redondas" o el poder de la metáfora de Jesús Jiménez Domínguez


Jesús Jiménez Domínguez posee el poder de las metáforas, un poder ilimitado que extiende desde su latir poético al ancho del papel y convierte las palabras en la medida exacta y equilibrada de la vida y la muerte, de la infancia y el aprendizaje, del sentir cotidiano que envuelve el misterio de la existencia, la magia oscura y ancestral de la creación poética. Colorea con las metáforas cada uno de los rincones de su memoria y nos traslada al restablecimiento de la alegría perdida, del reencuentro con la palabra. Es sin duda, maestro equilibrado de la reflexión y la observación, conjuga con su dominio de la metáfora y la destreza de las palabras, un entramado poliédrico y brillante.

Es un sentir pleno el que nos traslada con sus poemas con tendencia alejandrina y eleva el alma humana para hacerla volar sin miedo.

35 poemas que hay que deleitar con lentitud. No he de negar que en primera vuelta los devoré con una velocidad endiablada y meteórica, fue en la segunda ocasión, con más lentitud cuando degusté cada pedazo de texto con más voluptuosidad, con mayor deleite, rozando con las papilas gustativas del entendimiento y el sentir. Disfrutando de cada poema con suavidad y gozo.

El título ya nos indica una rebeldía para alcanzar la verdad, así en los últimos versos del poema que da nombre al título, encontramos la esencia del poeta:

Me niego en redondo a aceptar tales desplantes.
Ante las formas esféricas opongo las cosas informes,
elijo las imperfectas, las imprecisas, las irregulares.
Aquellas llenas de taras, de abolladuras o de dobleces.
Hermosas y singulares, sin plegarse a ningún centro,
solo ellas permanecen y nos acompañan siempre.
 
Como siempre nos ha de acompañar este manual de supervivencia. Tan redondo en apariencia, pero solo en apariencia, ya que contiene innumerables vértices y deformaciones seductoras. Tan imperfecto como lo humano, pero con una componente intensa de divinidad y orden.

Un canto a la poesía.

Por cierto, elegantísima edición de “La bella Varsovia” con Elena Medel al frente.

Muy aconsejable.
VÍCTOR MANUEL PÉREZ BENÍTEZ
Blog "Siroco", 27-07-2016