lunes, 17 de octubre de 2016

Ariadna G. García escribe acerca de "Contra las cosas redondas"


Los poemarios, como sus hermanas las novelas, pueden tener distintas finalidades según quienes los escriban. El catálogo de intenciones es amplio, pero podemos reducir los libros de poemas a este pequeño inventario: los  hay comprometidos con las causas civiles; los tenemos juguetones, de los que hacen piruetas con el lenguaje; algunos testifican sobre los pormenores de la existencia corriente; los tenemos globos sonda, aparentemente livianos, pero que nos alertan de las tempestades que nos crecen por dentro; algunos son complejos como jeroglíficos mayas; y otros poseen altas dosis de imaginación puesta al servicio de la estética y del relato. El nuevo libro de Jesús Jiménez pertenece a estos últimos. De hecho, Contra las cosas redondas es un libro perfecto para aquellas lectoras de novelas y esos devoradores de narrativa poco o nada habituados al género lírico que deseen adentrarse en él. Sus treinta y cinco poemas son otras tantas historias puestas en versículos, cuando no directamente en prosa. Jiménez se nos revela como un poeta atento al detalle (a los “cascos marciales” de las hormigas), muy sensitivo (nos describe el crujido de muebles y articulaciones, el mango caliente de los cuchillos, tapicerías que huelen a vaca muerta, o vistosas uvas rellenas de luz), capaz de audaces -sacrílegas- metáforas y comparaciones (las arañas son monjas de clausura que tejen mortajas; los lápices, monjes de una orden monástica alineados en un estuche; las centrales nucleares, las nuevas catedrales góticas, donde mora Protón), de tono irónico y con una clara querencia por la fantasía. Los mejores textos del libro son aquellos, precisamente, en los que el poeta se desliza hacia la ciencia ficción y nos presenta un conjunto de situaciones asombrosas: la vida paralela del reflejo de un hombre, la busca y captura de todo tipo de sombras, la caída de los objetos pintados de un cuadro, la anticipación de los efectos a las causas como consecuencia del cambio de hora, el tocadiscos en que se convierten los anillos de un árbol, donde suena el LP del Tiempo…  
 
Jesús Jiménez coquetea en este poemario con el relato fantástico, llenándonos de inquietud con su desmantelamiento del mundo real, dando entrada a lo absurdo. Un libro, pues, recomendable. Se adivina detrás a un escritor de raza, cuidadoso y original. El diseño de la cubierta -el mejor, hasta la fecha, de la colección donde se publica- es todo un acierto: sobrio y elegante.
 
ARIADNA G. GARCÍA
21-09-2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario