Jesús Jiménez Domínguez hace una poesía engañosamente accesible. Pero
a nada que el lector se adentra en sus versos, cuyo lenguaje preciso y
depurado da una sensación de fácil composición, queda claro que la suya
está muy lejos de ser una poesía corriente.
Contra las cosas redondas,
pulcramente editado por La Bella Varsovia, supone toda una manera de
entender el mundo. Y aunque el poeta se confiese en algún momento
abrumado --"Sí, me rindo: resulta complicado / sorprender a la realidad
en un renuncio", comienza uno de sus poemas--, finalmente encuentra la
herramienta más adecuada para ello: "Poesía, no soy digno de que entres
en mi página, / pero una metáfora tuya bastará para sanarme", concluye
ese mismo poema.
A pesar de que el libro está perfectamente
ordenado en cinco partes, sus poemas podrían dividirse en dos grandes
grupos: los descriptivos y los narrativos. En los primeros, Jiménez
parte a menudo de la observación de un momento trivial, que amplifica a
través de sus versos, e incluso incluye alguna observación moral.
Algunos de los poemas narrativos adoptan la forma de prosa, y son
efectivamente cuentos en los que el autor mezcla por igual imaginación y
lirismo con buen pulso. La introducción casi por sorpresa de elementos
cotidianos rebaja el riesgo de caer en la trascendencia.
Los
versos de Jesús Jiménez son largos, y de esta forma tiene oportunidad de
desarrollar amplias metáforas que iluminan los poemas: "Poesía. la
alumna aventajada de la luz", define en cierto momento. Predomina un
tono de contemplación plena e incluso gozosa, aunque también hay
resquicios para el dolor, en esos momentos en que se evoca la primera
infancia. Pero en resumen, ha escrito un libro a cuyos poemas apetece
irse a vivir.
MIGUEL ÁNGEL ORDOVÁS
El Periódico de Aragón, 23-06-2016
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