lunes, 19 de mayo de 2014
Los alcohólicos (Ion Mureşan)
LOS ALCOHÓLICOS
(UN POEMA DE ION MURESAN)
¡Ay los pobres, ay los pobres alcohólicos,
si es que no hay nadie que les diga algo bueno!
Y sobre todo, sobre todo de madrugada, cuando bordean tambaleándose los muros
y a veces caen de rodillas y son como las letras
escritas por un escolar muy torpe.
Sólo Dios, en Su infinita bondad, les acerca una taberna,
para Él es fácil, como lo es para un niño
empujar la cajita de cerillas con el dedo. Y
nada más llegar al final de la calle, desde la esquina
donde antes no había nada, zas, como una liebre
salta ante ellos la taberna y se para.
Una luz virginal rutila en sus ojos
y un sudor atroz les entra de tal regocijo.
Hasta el atardecer la ciudad es como púrpura.
Hasta el atardecer tres veces llega el otoño y otras tres la primavera,
tres veces parten hacia el sur las aves y regresan.
Y ellos hablan y hablan, de la vida. Sobre la vida,
así, en general, incluso los alcohólicos más jóvenes se expresan con cálida responsabilidad
y si alguna vez tartamuden, balbucean,
no es por exponer ideas extremadamente hondas
sino que, inspirados por su juventud,
logran decir algunas cosas en verdad emocionantes.
Pero Dios, en Su inmensa magnanimidad, no se detiene aquí.
Hace enseguida un agujero con el dedo en la pared del Paraíso
e invita a los alcohólicos a contemplar.
Y aunque por el temblequeo no consiguen ver más que un retal de hierba,
aun así, es algo sobrenatural.
Hasta que uno se levanta y lo estropea todo, diciendo:
"¡Pronto, pronto anochecerá,
y entonces descansaremos y hallaremos una paz enorme!"
Luego uno tras otro se levantan de sus mesas,
limpian sus labios húmedos con el pañuelo,
y se sienten muy, muy avergonzados.
[Traducción al castellano: Catalina Iliescu Gheorghiu]
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