El huracán Mestre, de paso ayer por Zaragoza dejando un balance de un buen puñado de amigos y letraheridos, tuvo a bien dedicarme con su arte y su complicidad uno de sus libros, La Casa Roja (Calambur, Madrid, 2008). Se lo agradezco desde aquí. Juan Carlos Mestre pintó con vino de Muzares y acuarelas y firmó una dedicatoria entrañable y cálida. El libro es desde hoy algo más que un libro.
Más recatado, Antonio Méndez Rubio no trajo caja de pinturas; pero, como Juan Carlos, estuvo brillante y coherente.
Más recatado, Antonio Méndez Rubio no trajo caja de pinturas; pero, como Juan Carlos, estuvo brillante y coherente.
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