Jesús Jiménez Domínguez (Zaragoza, 1970) publica en La Bella Varsovia su tercer libro, Contra las cosas redondas, que llega tras Fundido en negro (Premio Hermanos Argensola, DVD, 2007) y Frecuencias
(Premio Ciudad de Burgos, Visor, 2012). No sé si es el traductor
de Joseph Stroud y de Margareta Ekström, el nombre y los apellidos
coinciden, y sí que trabaja en un psiquiátrico, según cuenta en la
solapa. Ya que lo menciono, basta con leer "Piñata negra" o "Perder la
cabeza" para ver que eso puede dar para mucho. Sí, porque mucho es lo
que uno ha encontrado en este libro de un autor para mí, hasta ahora,
desconocido.
Un puñado de preposiciones (ante, bajo, cabe, con y contra) marcan sus
partes. En todas encontramos poemas de cierta extensión, imaginación a
raudales, soltura y aparente facilidad y un ritmo personal conseguido
gracias al verso libre. La voz es distinguible.
No le falta al conjunto un elegante toque culturalista, unas notas de
humor (léase "El escriba sentado (Musée du Louvre)") y cierta dosis de
inevitable ironía. Tampoco faltan alegorías y algunos poemas, digamos,
en prosa, como el ya citado "Perder la cabeza" ("Hölderlin ha vuelto a
perder la cabeza..."), "La lección de anatomía..." o "Enseñando a hablar
al eco". A veces esa disposición formal viene avalada por su carácter
narrativo, que no falta en otros poemas del libro.
He disfrutado mucho con "Credenciales" (una perfecta presentación), "Café solo", "Consejos para la extracción..." (una preciosa chinoserie),
"MCMLXX" (el glorioso año de su nacimiento), "Cuerpo" (donde la
ocurrencia torna ingenio, tan presente en la obra), "Curso espiritual de
natación" (con cita de Zagajewski, un poeta muy distinto de él: "Nadar
es como un rezo"), el inquietante, y ya mencionado, "Enseñando a hablar
al eco" (que me recuerda a Simic), "Larga duración" (sólido, potente,
sobre la Historia: "eso es la Historia: un largo y vacío hacinamiento
final"), los dedicados a Roma (dos), a Oporto y a Sintra (con Byron y el
Hotel Lawrence
al fondo), nada que ver con el típico poema de viajes, o, en fin, el
que da título al libro, donde leemos: "Ante las formas esféricas opongo
las cosas informes. / Elijo las imperfectas, las imprecisas, las
irregulares..." "Vida en el espejo" y "Los grillos" son un perfecto
colofón para un libro sorprendente escrito por alguien que mira la vida y
lo que allí sucede con la perplejidad propia de uno de esos poetas que
mantienen el mundo "en continuo funcionamiento". ¡Chapeau!
ÁLVARO VALVERDE
Blog de Álvaro Valverde, 07-11-2016
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