viernes, 28 de mayo de 2010

Las máscaras del lenguaje

Dolan Mor

El poeta malagueño Rafael Pérez Estrada decía que un poema “es sólo el espejismo del poema que nunca llegaremos a escribir”. Espejismos, juegos de espejos y especulaciones sin fin hay en los dos últimos poemarios de Dolan Mor, La novia de Wittgenstein y El idiota entre las hierbas, libros que abren un nueva etapa (a él le gusta denominarla “del lenguaje”) en la personalísima poesía de este cubano exiliado en Zaragoza. En La novia de Wittgenstein hay especulación metapoética a partir del Tactatus Logico-Philosophicus del lingüista vienés. Es un largo poema con tintes de monólogo filosófico-ensayístico donde el autor medita fragmentariamente acerca del oficio de escritor y del valor poético de la palabra para, finalmente, encontrarse de bruces con la inefabilidad del poema, con la sombra alargada de Derrida (“Todo verdadero poema corre el riesgo de carecer de sentido, y no sería nada sin ese riesgo”) y, cómo no, con la épica igualadora del silencio: “lo inefable se nombra / con la dificultad / de saber que no hablas / porque sólo los mudos / escriben lo invisible / con su bello discurso / encima de la arena”.

Por el contrario, en El idiota entre las hierbas asistimos a un sutil juego de heteronimia, recurso con el que el autor ha construido no sólo toda su obra sino una identidad poliédrica como si de un gigantesco autorretrato cubista se tratara. Si en La novia de Wittgenstein el poeta se preguntaba acerca de la identidad de la palabra poética, en este libro se va en busca de la identidad del hombre como ser arrojado al mundo, indefenso y abocado al fracaso en una sociedad que lo aliena sin remedio (“Hombre es igual a ruina= sumes con quien / lo sumes= Acaso un día aspiraré a llegar / en mis sueños a no ser una mosca=”). Los recursos son otros: si en La novia de Wittgenstein había tuétano, verso corto y continencia en el decir o no-decir, en El idiota entre las hierbas hay músculo, barroquismo y exuberancia vía Lezama Lima. La experimentación alcanza sus cotas más altas en el caudal de materiales y recursos poéticos: citas literarias (verdaderas o falsas), fotografías intercaladas que parecen entroncar con el poema visual, manuscritos apócrifos, destrucción del lenguaje o aspiración a (re)construir uno nuevo. Se recurre al extrañamiento, a la metamorfosis y al cripticismo para dibujar el perfil de una voz fantasmal que contiene no pocas confidencias autobiográficas del autor.

Ambos libros, La novia de Wittgenstein y El idiota entre las hierbas, resultan, en fin, los últimos episodios poéticos hasta la fecha del complejo proyecto al que Dolan Mor se viene entregando incansablemente. Libros que, basándose en la heteronimia (“Todo poeta es un fingidor”, decía Fernando Pessoa), parten en busca de otros yoes con que completar una de las más notables e inagotables geografías humanas del alma que uno ha leído en poesía en muchos años.


JESÚS JIMÉNEZ DOMÍNGUEZ
(reseña en "Heraldo de Aragón", 27-05-2010)

4 comentarios:

  1. Ayer acertaste en la presentación, fue breve, comprensible (sin pedanterías) y muy certera. Me gustó mucho eso de que ha matado el yo creando egos distintos. Es un sabio.
    El libro es estupendo y la reseña, un buen reflejo. Enhorabuena.

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  2. Gracias, Sergio. Todo el mérito es de Dolan. Con libros así da gusto hacer presentaciones, reseñas y lo que sea.

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  3. Yo tengo pendiente a Lezama Lima. Pessoa me gustó mucho. No desfallezcaís, que aún tiene adeptos, y no sólo adeptos, viejos amigos. También me gustó mucho la presentación, aunque fuera de incógnito. A ver si os leo.

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  4. A ti, a Ángel Sobreviela y a otras 22 personas más LES GUSTA ESTO.

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