domingo, 17 de enero de 2010

La poesía según José Lezama Lima


En una ocasión dije que la poesía era un caracol nocturno en un rectángulo de agua, pero desde luego, se le ve la raíz irónica a esa no definición, es decir, un caracol nocturno no se diferencia gran cosa de uno diurno y un rectángulo de agua es algo tan ilusorio como una aporía eleática, pero antes que todo, no para definir la poesía que no lo necesita, sino para acercársela, como yo he hecho en varias ocasiones, hay que hablar de la poesía, del poeta y del poema. La poesía actuando en la historia ni siquiera necesita nombrar su ejecutor, un poeta. El poema es un cuerpo resistente frente al tiempo y el poeta es el guardián de la semilla, de la posibilidad, del potens. Eso lo sacraliza, es el hombre que cuida un germen, nada menos que la semilla del potens, de la infinita posibilidad. Todos mis ensayos sobre poesía le dan la vuelta a estos temas y ellos como planetas le siguen dando vueltas a la poesía.

Me ha preocupado siempre, aunque más que una preocupación ha sido siempre un incesante tironeo de mi espíritu, no volver en ningún libro de poesía sobre lo que yo creía que había alcanzado en mi anterior, pues me molestaría que el lector fuese dueño de una sola corbata gris. Creo que hay una parábola en lo que yo he hecho, pues desgraciadamente no podemos ser infinitamente novedosos y sucesivos, pero sí desconcertar un poco al lector. En realidad las mejores lecturas son las que se hacen con infinitas interpolaciones. Ni que el autor pueda precisar dibujar a su presunto lector, ni que el lector fije sus lecturas y sus autores, es lo ideal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario